lunes, 4 de abril de 2011

Día de tormenta, el cielo enegrecido anuncia más agua. Pero eso daba igual, ella ya no estaba...

Él sigue ahí sentado, mirando a la gente pasar y pensando nuevamente en ella y en lo que le gustaban a Clara los días lluviosos...Quiere salir a la caye, lleva 3 días desde que llegó a Asturias, sin salir de aquel hostal y piensa que se va a volver loco.
Decide salir a pasear un rato antes de que el cielo empiece a descargar. Y no sabe porque pero se acuerda de esa chica... la del autobús. Se acuerda de su mirada, de su pelo rubio platino y sus labios rosados, pero sobretodo, de la oferta de trabajo que le propuso. ¿Por qué a él? Hombre, el sabía que podía hacer de todo pero no había pensado nunca en llegar tan lejos... Está confuso.
Sale del hostal, gira la esquina y puede divisar un pequeño bar en el que parece que no hay mucha gente. Entra y ella de nuevo. No puede creerselo, ¡la chica del autobús! pensaba que no la volvería a ver hasta que no la llamara para darle una respuesta pero parece ser que no...
Sabía que le había visto entrar pero prefirió no darle mucha importancia porque ya le dejo claras sus intenciones en aquel viaje. Él no estaba dispuesto a arriesgar todo lo que tenía por un montón de millones pero era tan hermosa... Pocas veces había visto a una mujer tan exhuberante como esa, pero lo tenía decidido. Sabía que no podía, ese trabajo era demasiado diferente a todos los que el había estado acostumbrado.
De repente, ella se acerca, se inclina y le regala un beso en la mejilla. Él se sonroja, la saluda y deciden continuar charlando fuera.
Una vez fuera, ella vuelve a ofrecerle el puesto de trabajo pero esta vez es distinto. Pone diferentes condiciones y eso a Héctor empieza a gustarle. Se lo piensa pero sería un poco precipitado contestarla ahora. Sabía que iba a aceptarlo pero necesitaba irse a casa y empezar a preparar las maletas. Tenía que cambiar totalmente de trabajo, de nombre, de país y lo más importante, de vida. Él iba a ser completamente distinto al resto...

lunes, 28 de marzo de 2011

Capítulo 1

La lluvia cae sobre el tejado. Viernes.

Otro viernes más y el siente que ya no tiene más dolor en su interior, que ya no quedan más lágrimas y no por ello las ganas de no llorar. Se siente impotente y piensa una y otra vez en qué hubiera ocurrido si no la hubiera dejado sola. Si en vez de irse a casa, hubiera ido con ella como todas las veces anteriores, estaba seguro de que las cosas no hubieran sucedido tal y como se lo contaron. Él creía que iba a saber llevarlo, que no podría afectarle tanto. Pero, como no le iba a afectar? Laura era su amiga desde el colegio, siempre había estado ahí en los momentos que más la necesitaba y ahora... Ahora qué? eso mismo se preguntaba... Dónde quedarán aquellas tardes dando vueltas por el centro, con su sonrisa y sus enfados repentinos, con sus noches locas y de confidencias... Ya no, no habrá oportunidad para saber si él era correspondido, para volver a escuchar de su voz un: ¿¡DÓNDE TE HAS METIDO MIGUEL!? TE HE ESTADO LLAMANDO TODA LA TARDE!, para volver a ver su carita de niña, sus ojos marrones y esa sonrisa perfecta. Es tarde, quizá demasiado, ella ya no está y no va a volver... Intenta asimilarlo pero hay demasiado dolor en esas palabras: ella ya no está y no va a volver... Resuenan en su cabeza una y otra vez, quiere gritar, irse lejos, incluso estaría dispuesto a dar la vida para que ella volviera. Es su culpa, él estaba seguro...
Quiere que vuelva, quiere poder abrazarla de nuevo, quiere poder decirle aunque sea por última vez que la quiere, que lleva enamorado de ella desde que la vio por primera vez.

Se levanta de la cama, sin ganas, abre el armario y coge lo primero que ve. Se viste, abre la puerta y se dirige hacia la estación de autobuses. Lo ha decidido, no puede estar ahí en esa cuidad con todas las cosas que le recuerdan a ella. Piensa irse lejos, muy lejos, pero no se va a dar cuenta de que, posiblemente, sea el peor error que va a cometer en su vida...